Las Ruinas Circulares de Jorge Luis Borges. Cuento y comentario
Las ruinas circulares
Jorge Luis Borges
Nadie
lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose
en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su
patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco
violento de la montaña, donde el idioma zend no
está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra. Lo cierto es
que el hombre gris besó el fango, repechó la ribera sin apartar (probablemente,
sin sentir) las cortaderas que le dilaceraban las carnes y se arrastró, mareado
y ensangrentado, hasta el recinto circular que corona un tigre o caballo de
piedra, que tuvo alguna vez el color del
fuego y ahora el de la ceniza. Ese redondel es un templo que devoraron los
incendios antiguos, que la selva
palúdica ha profanado y cuyo dios no
recibe honor de los hombres. El forastero se tendió bajo el pedestal. Lo
despertó el sol alto. Comprobó sin asombro que las heridas habían cicatrizado;
cerró los ojos pálidos y durmió, no por flaqueza de la carne sino por
determinación de la voluntad. Sabía que
ese templo era el lugar que requería su invencible propósito; sabía que los
árboles incesantes no habían logrado estrangular, río abajo, las ruinas de otro
templo propicio, también de dioses incendiados y muertos; sabía que su inmediata obligación era el sueño.
Hacia la medianoche lo despertó el grito inconsolable de un pájaro. Rastros de
pies descalzos, unos higos y un cántaro le advirtieron que los hombres de la
región habían espiado con respeto su sueño y solicitaban su amparo o temían su
magia. Sintió el frío del miedo y buscó en la muralla dilapidada un nicho
sepulcral y se tapó con hojas desconocidas.
El
propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería
soñar un hombre: quería soñarlo con
integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había
agotado el espacio entero de su alma; si alguien le hubiera preguntado su
propio nombre o cualquier rasgo de su vida anterior, no habría acertado a
responder. Le convenía el templo inhabitado y despedazado, porque era un mínimo de mundo visible; la
cercanía de los leñadores también, porque éstos se encargaban de subvenir a sus
necesidades frugales. El arroz y las frutas de su tributo eran pábulo
suficiente para su cuerpo, consagrado a la única tarea de dormir y soñar.
Al
principio, los sueños eran caóticos; poco después, fueron de naturaleza dialéctica. El forastero se soñaba
en el centro de un anfiteatro circular que era de algún modo el templo
incendiado: nubes de alumnos taciturnos fatigaban las gradas; las caras de los últimos pendían a
muchos siglos de distancia y a una altura estelar, pero eran del todo precisas.
El hombre les dictaba lecciones de anatomía, de cosmografía, de magia: los
rostros escuchaban con ansiedad y procuraban
responder con entendimiento, como si adivinaran la importancia de aquel
examen, que redimiría a uno de ellos de su condición de vana apariencia y lo
interpolaría en el mundo real. El hombre, en el sueño y en la vigilia,
consideraba las respuestas de sus fantasmas, no se dejaba embaucar por los
impostores, adivinaba en ciertas perplejidades una inteligencia creciente.
Buscaba un alma que mereciera participar en el
universo.
A
las nueve o diez noches comprendió con alguna amargura que nada podía esperar
de aquellos alumnos que aceptaban con pasividad su doctrina y sí de aquellos
que arriesgaban, a veces, una contradicción razonable. Los primeros, aunque
dignos de amor y de buen afecto, no podían ascender a individuos; los últimos
preexistían un poco más. Una tarde (ahora también las tardes eran tributarias
del sueño, ahora no velaba sino un par de horas en el amanecer) licenció para
siempre el vasto colegio ilusorio y se quedó con un solo alumno. Era un
muchacho taciturno, cetrino, díscolo a veces, de rasgos afilados que
repetían los de su soñador. No lo
desconcertó por mucho tiempo la brusca eliminación de los condiscípulos;
su progreso, al cabo de unas pocas
lecciones particulares, pudo maravillar al maestro. Sin embargo, la catástrofe
sobrevino. El hombre, un día, emergió del sueño
como de un desierto viscoso,
miró la vana luz de la tarde que al pronto confundió con la aurora y comprendió
que no había soñado. Toda esa noche y todo el día, la intolerable lucidez del
insomnio se abatió contra él. Quiso explorar la selva, extenuarse; apenas
alcanzó entre la cicuta unas rachas de sueño débil, veteadas fugazmente de
visiones de tipo rudimental: inservibles. Quiso congregar el colegio y apenas hubo articulado unas breves palabras
de exhortación, éste se deformó, se borró. En la casi perpetua vigilia,
lágrimas de ira le quemaban los viejos ojos.
Comprendió que el empeño de modelar la materia incoherente y vertiginosa de que se componen los sueños es el más arduo que puede acometer un varón, aunque penetre todos los enigmas del orden superior y del inferior: mucho más arduo que tejer una cuerda de arena o que amonedar el viento sin cara. Comprendió que un fracaso inicial era inevitable. Juró olvidar la enorme alucinación que lo había desviado al principio y buscó otro método de trabajo. Antes de ejercitarlo, dedicó un mes a la reposición de las fuerzas que había malgastado el delirio. Abandonó toda premeditación de soñar y casi acto continuo logró dormir un trecho razonable del día. Las raras veces que soñó durante ese período, no reparó en los sueños. Para reanudar la tarea, esperó que el disco de la luna fuera perfecto. Luego, en la tarde, se purificó en las aguas del río, adoró los dioses planetarios, pronunció las sílabas lícitas de un nombre poderoso y durmió. Casi inmediatamente, soñó con un corazón que latía.
Lo
soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color granate
en la penumbra de un cuerpo humano aun sin cara ni sexo; con minucioso amor lo
soñó, durante catorce lúcidas noches. Cada noche, lo percibía con mayor
evidencia. No lo tocaba: se limitaba a atestiguarlo, a observarlo, tal vez a
corregirlo con la mirada. Lo percibía, lo vivía, desde muchas distancias y
muchos ángulos. La noche catorcena rozó la arteria pulmonar con el índice y luego
todo el corazón, desde afuera y adentro. El examen lo satisfizo.
Deliberadamente no soñó durante una noche: luego retomó el corazón, invocó el
nombre de un planeta y emprendió la visión de otro de los órganos principales.
Antes de un año llegó al esqueleto, a los párpados. El pelo innumerable fue tal
vez la tarea más difícil. Soñó un
hombre íntegro, un mancebo, pero éste no se incorporaba ni hablaba ni podía
abrir los ojos. Noche tras noche, el hombre lo soñaba dormido.
En
las cosmogonías gnósticas, los demiurgos amasan un rojo Adán que no logra
ponerse de pie; tan inhábil y rudo y elemental como ese Adán de polvo era el
Adán de sueño que las noches del mago habían fabricado. Una tarde, el hombre
casi destruyó toda su obra, pero se arrepintió. (Más le hubiera valido
destruirla.) Agotados los votos a los númenes de la tierra y del río, se arrojó
a los pies de la efigie que tal vez era un tigre y tal vez un potro, e imploró
su desconocido socorro. Ese crepúsculo, soñó con la estatua. La soñó viva,
trémula: no era un atroz bastardo de tigre y potro, sino a la vez esas dos
criaturas vehementes y también un toro, una rosa, una tempestad. Ese múltiple
dios le reveló que su nombre terrenal era Fuego, que en ese templo circular (y
en otros iguales) le habían rendido sacrificios y culto y que mágicamente animaría al fantasma
soñado, de suerte que todas las criaturas, excepto el Fuego mismo y el soñador,
lo pensaran un hombre de carne y hueso. Le ordenó que una vez instruido en los
ritos, lo enviaría al otro templo despedazado cuyas pirámides persisten aguas
abajo, para que alguna voz lo glorificara en aquel edificio desierto. En el
sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó.
El mago ejecutó esas órdenes. Consagró un plazo (que finalmente abarcó dos años) a descubrirle los arcanos del universo y del culto del fuego. Íntimamente, le dolía apartarse de él. Con el pretexto de la necesidad pedagógica, dilataba cada día las horas dedicadas al sueño. También rehizo el hombro derecho, acaso deficiente. A veces, lo inquietaba una impresión de que ya todo eso había acontecido... En general, sus días eran felices; al cerrar los ojos pensaba: Ahora estaré con mi hijo. O, más raramente: El hijo que he engendrado me espera y no existirá si no voy.
Gradualmente,
lo fue acostumbrando a la realidad. Una vez le ordenó que embanderara una
cumbre lejana. Al otro día, flameaba la bandera en la cumbre. Ensayó otros
experimentos análogos, cada vez más audaces. Comprendió con cierta amargura que
su hijo estaba listo para nacer -y tal vez impaciente. Esa noche lo besó por primera vez y lo envió al otro
templo cuyos despojos blanqueaban río abajo, a muchas leguas de inextricable
selva y de ciénaga. Antes (para que no supiera nunca que era un fantasma, para que se creyera un
hombre como los otros) le infundió el olvido total de sus años de aprendizaje.
Su
victoria y su paz quedaron empañadas de hastío. En los crepúsculos de la tarde
y del alba, se prosternaba ante la figura de piedra, tal vez imaginando que su
hijo irreal ejecutaba idénticos ritos, en otras ruinas circulares, aguas abajo;
de noche no soñaba, o soñaba como lo hacen todos los hombres. Percibía con
cierta palidez los sonidos y formas del universo: el hijo ausente se nutría de
esas disminuciones de su alma. El propósito de su vida estaba colmado; el
hombre persistió en una suerte de éxtasis. Al cabo de un tiempo que ciertos
narradores de su historia prefieren computar en años y otros en lustros, lo
despertaron dos remeros a medianoche: no pudo ver sus caras, pero le hablaron
de un hombre mágico en un templo del Norte, capaz de hollar el fuego y de no
quemarse. El mago recordó bruscamente las palabras del dios. Recordó que de todas
las criaturas que componen el orbe, el
fuego era la única que sabía que su hijo era un fantasma. Ese recuerdo,
apaciguador al principio, acabó por atormentarlo. Temió que su hijo meditara en
ese privilegio anormal y descubriera de algún modo su condición de mero
simulacro. No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre ¡qué
humillación incomparable, qué vértigo! A
todo padre le interesan los hijos que ha
procreado (que ha permitido) en una mera confusión o felicidad; es natural que
el mago temiera por el porvenir de
aquel hijo, pensado entraña por entraña y rasgo por rasgo, en mil y una noches secretas.
El
término de sus cavilaciones fue brusco, pero lo prometieron algunos signos.
Primero (al cabo de una larga sequía) una remota nube en un cerro, liviana como un pájaro; luego, hacia el Sur, el
cielo que tenía el color rosado de la encía de los leopardos; luego las
humaredas que herrumbraron el metal de las noches; después la fuga pánica de las bestias. Porque se
repitió lo acontecido hace muchos siglos. Las ruinas del santuario del dios del
fuego fueron destruidas por el fuego. En un alba sin pájaros el mago vio cernirse contra los muros el
incendio concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero
luego comprendió que la muerte venía a coronar su vejez y a absolverlo de sus
trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Éstos no mordieron su carne, éstos
lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con
humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro
estaba soñándolo.
Bibliografía.
Borges, Jorge Luis (2010) Las ruinas circulares. Recuperado el 31 de julio de 2020. En la web:
¿Cómo está presente el mundo o universo laberíntico en el cuento Las ruinas circulares?... Deje sus comentarios.
ResponderEliminarManuela Sanchez:
EliminarEl universo laberíntico en este cuento se presenta a través de los personajes, el tiempo y el narrador. El cuento tiene un narrador omnisciente que claramente solo ve todo lo que está pasando. El tema principal de este cuento son los sueños y esto también es parte del universo laberíntico. comienza con un primer hombre, el que llega desaparecido y no se sabe su identidad, pero duerme una noche a este espacio, cual es descrito como un tipo de selva. Este ser, comienza a crear a otro desde un sueño, es decir surge un ser que parece que tiene todas las características de un ser autónomo. Este ser es elegido entre varios, y el personaje principal lo elige y decide que va a seguirlo hasta que esté listo para ser independiente. Lo manda a un lugar lejos de de esta selva y le borra la memoria para que no se pueda acordar que nació de un sueño, “Antes (para que no supiera nunca que era un fantasma, para que se creyera un hombre como los otros) le infundió el olvido total de sus años de aprendizaje.” (J. L. Borges, 2010, Las ruinas circulares). Sin embargo al final del cuento el soñador se da cuenta que el tambien es una creacion del sueño de alguien mas. En esta mezcolanza de los personajes que crea el primer soñador podemos ver este universo laberíntico, ya que el primero crea a otro, que crea a otro, y al final nos damos cuenta que el primero no es el primero, viene del sueño de otro, entonces nunca encontramos un final, ni un principio. En este cuento, no se sabe cual es la realidad, durante toda la trama pensamos que el primer hombre es el creador principal de todo este universo alterno y luego nos damos cuenta al final de el cuento que no es así, es un laberinto de la realidad. El momento que pensamos que sabemos todo lo que está pasando nos damos cuenta que no hay un principio ni un fin a la realidad alterna y es difícil elegir a un realidad entre todas las que Jorge Luis Borges presenta. Al mismo tiempo podemos ver las referencias bíblicas y de otras religiones que presenta Borges, de una manera la historia tiene mucha relación con la historia de la creación de los humanos. Es una pregunta existencialista, preguntarnos quién fue el primer hombre y de donde viene todo, la historia bíblica dice que dios creó todo, sin embargo como en el cuento, es como un laberinto porque de ahí surge la pregunta, entonces quién creó a Dios? Seguimos sin saber quien es el creador original de todos estos seres que aparecen en esta realidad. El narrador y los personajes tienen el mismo conocimiento y conciencia de lo que está pasando, es decir no tienen idea de cuándo empieza y termina una realidad u otra, aunque el narrador es omnisciente y debería saber todo, no tiene en claro cuando algo es real o no. En términos del tiempo es claro que si hay un paso de tiempo porque el primer hombre duerme una noche pero entre las realidades que empiezan después, no está claro, lo cual sigue con este universo laberíntico.
Roxana Gonzales
EliminarEl cuento "Las ruinas circulares" escrito por Jorge Luis Borges, presenta el universo laberintico que Borges siempre muestra en sus obras, principalmente a través de sus personajes siendo que Borges suele desarrollar esto sobre todo en el personaje principal.
El personaje principal del cuento desarrolla su propia percepción sobre el universo, y esto se ve ya que este hombre intenta crear a otro hombre en base a su imagen y semejanza. En este sentido, este hombre juega el rol de autor ya que crea un personaje y le da un sentido y un propósito. Mas esto luego se vuelve confuso para este hombre ya que al final cae en cuenta que este él también es producto de un sueño. Aquí se ve la confusión que siente el propio personaje, ya que sabe como es él, más no sabe realmente lo que quiere, sabe su imagen física, pero no su imagen mental, y es por esto que trata de descubriese a través de este personaje producto de su imaginación. Y es así que también crea su propio laberinto, un camino de autodescubrimiento donde el centro, o el fin es encontrarse a si mismo y su propósito. Ahí es donde se ve el asunto de la metafísica que Borges siempre trata en sus obras, siendo que se muestra la búsqueda de la trascendencia de la existencia y el conocimiento sobre uno mismo. Algo que plantea la metafísica es el hecho del poder que tiene la mente humana, la cual se expresa que podría ser capaz de convertir ideas, o en este caso sueños en realidades, pero estas ideas deben plantearse en la mente como realidades.
Otro factor en el cuento que presenta ese universo laberintico de Borges es el hecho del espacio, al principio del cuento se menciona que el hombre se encuentra en un anfiteatro, y esto también se relaciona con la mitología ya que los anfiteatros tienen una forma circular, en este sentido se ve el universo laberintico, además de que la falta de descripción del espacio crea confusión en el lector, lo que le hace dar vueltas y vueltas sobre esto. En el cuento, este círculo puede simbolizar el hecho de que el personaje, lo único que hace es caminar en círculos, sobre el mismo camino, y no se está dando cuenta que en realidad no está llegando a ningún lugar. Y justamente las ruinas simbolizan todo aquello que quiere dejar para encontrarse a si mismo. Y a esto también se debe el titulo del cuento, mostrando ese laberinto de autodescubrimiento y ruinas de su memoria que el personaje quiere dejar atrás para encontrarse. El hecho de la descripción del tiempo es otro factor que muestra este laberin6to, se presenta una confusión temporal donde no se sabe realmente si pasan días o semanas, o tal vez horas, y esto se ve cuando se mencionan las herida del hombre que se sanan de un día para otro, pero no se sabe si esto es realmente real, y si el tiempo es lineal o no. Y esto puede interpretarse como una metáfora, para expresar ese estancamiento psicológico que presenta el personaje, el cual no sale de lo conocido y continua en un ciclo que solo da vueltas, por más de que tiene la intención de descubrirse y encontrar su propósito.
Fernanda Montaño
ResponderEliminarEste cuento tiene una complejidad alta debido a que este se desarrolla en base a sueños que cada vez van aumentando su magnitud. Además, el protagonista a lo largo de sus sueños busca su auto descubrimiento personal, esto lo hace creando su propia percepción sobre lo que es el universo y la creación del ser humano en sí. De modo que, el mundo y el universo laberíntico que este crea en su mente, específicamente, mediante su sueño tiene como base el descubrimiento espiritual de un hombre. Esto se puede ver reflejado por medio de una figura masculina que se presenta dentro de su sueño, este otro personaje se dedica a visitar templos, a conocer deidades, a aprender rituales y en especial hace un cierto énfasis en lo que el funcionamiento del fuego. Es importante destacar que al principio del sueño del protagonista ve a esta figura masculina como su propio creador ya que en este punto describe como el piensa que fue creado. Una característica importante de este cuento es que todos los espacios que el protagonista llega a imaginarse son en forma circular, de lo que podemos interpretar que lo que primordialmente se busca es el descubrimiento personal del ser humano, entonces mediante estos espacios de tipo circular se determina que probablemente este problema interno que presenta el personaje principal puede que no llegue a encontrar una posible solución para el mismo. Esto debido a que, generalmente el significado de algo circular resulta ser algo para lo que se busca una respuesta pero sin embargo no se logra conseguir ninguna lo que hace que se vuelva al lugar inicial de donde se partió. En este sentido, el espacio o los espacios en los cuales se desarrolla el cuento, de cierto modo, ayudan y contribuyen a la construcción de ese universo paralelo que es creado en la mente del protagonista, ya que una característica muy marcada dentro de sus espacios es que todos se muestran en una forma circular, esto desde el primer momento del cuento. Asimismo, otro factor que construye y forma parte del universo laberíntico que toma lugar en los sueños del personaje principal es el tiempo. El tiempo es indeterminado durante el transcurso del cuanto, puesto que este no se desarrolla dentro de un tiempo específico o real, ya que al comienzo del relato se menciona que el protagonista llega herido a la isla circular pero que al día siguiente mágicamente aparece curado, de esta manera se podría decir que el tiempo dentro del cuento resulta ser metafórico debido a que al indicar que su herida se curó de la noche a la mañana puede referirse a que su herida se curó en un desastre plazo corto de tiempo. Esto también se puede ver a través del sueño del protagonista, ya que según la nueva figura masculina que aparece en este sueño pasan años los cuales los dedica a su explotación y aprendizaje espiritual, de lo cual también se determina que el autor está implementando un tiempo metafórico ya que un sueño no puede durar tanto, a menos de que el personaje principal haya muerto o que este en realidad no se haya curado de su herida inicial y a consecuencia de la misma se encuentra gravemente herido, o incluso inconsciente. En esta primera parte del cuento, se puede ver como Borges logra construir un universo y mundo alterno mediante los sueños de los personajes, a lo cual contribuye su forma particular de crear un tiempo y espacio relativos dentro de los mismos, y al mismo tiempo esto hace que la complejidad del cuento incremente cada vez más.
Florencia Trigo
ResponderEliminarLas obras de Jorge Luis Borges se caracterizan por la creación de laberintos que son desarrollados en la consciencia de los personajes. De igual manera, los cuentos de este autor, expresan el uso de un metalenguaje para representar un mundo subjetivo y metafísico, que busca un desarrollo profundo e interior del ser humano. El cuento “Las ruinas circulares” fue publicado en diciembre de 1940 en la revista literaria Sur. Un año más tarde, seria incluido en la colección “El jardín de senderos que se bifurcan”, que más tarde formó parte de la obra Ficciones en el año 1944.
El texto gira en torno de la idea de un hombre que quiere crear a otro hombre a través del sueño. Se podría decir que como temas e ideas centrales se puede observar el desarrollo de lo infinito y circular. Esto se debe a que el narrador plantea una cadena de sueños de la cual se desconoce el inicio. En un principio se sabe el forastero crea a un hombre en sus sueños, pero el mismo es parte del sueño de otro ser, el cual no conocemos. La creación y el inicio del hombre es otro de los temas presentados en el cuento. Por medio de una intertextualidad bíblica, se puede ver la importancia de este tema en la historia. Lo propio puede ser apreciado en el texto cuando el narrador dice lo siguiente: “En las cosmogonías gnósticas, los demiurgos amasan un rojo Adán que no logra ponerse de pie; tan inhábil y rudo y elemental como ese Adán de polvo era el Adán de sueño que las noches del mago habían fabricado.”(Borges, 2010) De esto modo la referencia al personaje bíblico cumple la función de representar de manera metafórica como en este caso el mago había creado a otro ser humano en sus sueños. Este hombre es descrito como un ser débil el cual es como un hijo para el soñador. Como se mencionó en un principio, los laberintos son un tema recurrente en las diferentes obras de Borges. En este cuento los laberintos se encuentran presentes en los sueños ya que los personajes crean a otros hombres a través de sus sueños con el miedo de que estos reconozcan su verdadera naturaleza. Pero al fin y acabo, los propios creadores desconocen el hecho de que ellos mismos simplemente son apariencias del sueño de otro hombre, creando así un laberinto. Esta revelación se halla al final del cuento, cuando el narrador dice: “Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.”(Borges, 2010). A partir de ello se puede ver como la estructura del cuento es importante para la comprensión del mismo. En un principio se desconoce sobre la verdadera naturaleza de este forastero, pero el final del texto es importante para comprender como este personaje no es más que una continuación de la cadena de sueños de otro hombre. El título “Las ruinas circulares” también es importante para comprender esa noción de laberintos ya que representa la característica de una narrativa circular y no lineal. De este modo, Borges hace referencia a un eterno retorno y eterno comienzo, donde las cosas dentro de la narrativa no tienen un fin, donde se desconoce el inicio.
Por otro lado, también es posible analizar la intertextualidad y referencia a la cultura griega. Esta se encuentra presente en la descripción del espacio, el cual adquiere un carácter fantástico, típico de las obras de Borges. La referencia a la cultura griega se halla en la presencia de un teatro circular, el cual era de gran importancia para la representación de obras dedicadas a sus dioses. La descripción de este espacio se ve presente cuando el narrador menciona: “El forastero se soñaba en el centro de un anfiteatro circular que era de algún modo el templo incendiado.”(Borges, 2010) El miedo y el temor son sentimientos recurrentes en el cuento ya que el forastero teme que su creación descubra que no es más que el producto de un sueño. Al final este sentimiento invade al propio creador ya que termina descubriendo que él no es más que la apariencia creada por otro soñador.
Emilia Badani Reyes Villa
ResponderEliminarDentro del cuento Las Ruinas Circulares el universo laberintico está presente no sólo físicamente. También se crea un universo laberintico dentro del ámbito psicológico creado mediante el personaje principal.
Físicamente, el ambiente o espacio descrito pertenece a la tendencia del antiteatro, ya que se nos presenta a un hombre herido en una selva. Es una selva del antiteatro por su descripción poco detallada ya que el narrador heterodiegetico omnisciente describe la selva de forma concreta con una notoria falta de detalles en la escenografía del cuento y la creación de un espacio circular (la selva).
Por otra parte, el tiempo transcurre a medida de que el lector toma en cuenta las acciones del forastero en la selva, este hombre está herido, duerme, despierta con heridas ya sanas. El paso del tiempo llega a ser relativo para cada lector, ya que no es específico, pero sí otorga una idea de las acciones que se realizan.
Por primera vez el universo laberintico es creado utilizando los aspectos físicos del cuento; tiempo y espacio. Esto sucede, ya que el lector simplemente tiene una idea del tiempo transcurrido en el espacio descrito, pero aún así las acciones hacen que sea confuso e incierto el paso del tiempo.
El universo laberintico es creado, por segunda vez, mediante el personaje principal y su estado psicológico. “Quería sonar un hombre […] Este proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma; si alguien le hubiera preguntado su propio nombre o cualquier rasgo de su vida anterior, no habría acertado a responder.” La cita previa, obtenida del cuento afirma que el personaje se encuentra en un estado psicológico de confusión, al vivir su vida físicamente pero mentalmente buscar crear otra.
El forastero en la selva crea un universo de características laberínticas ya que vive en constante confusión. Su vida física (él se encuentra en la selva) no coincide con el hombre que el imagina como real. Sin embargo, se convence de dejar en el pasado todos sus aspectos personales para poder concentrarse plenamente en darle vida a este nuevo hombre que incluso se encuentra en un lugar distinto.
Esta característica del forastero concuerda mucho con la característica de Borges de abordar temas de metafísica, corriente basada en la búsqueda de trascender y conocer más a uno mismo. Una de las características principales de la metafísica es el planteamiento del poder que tiene la mente humana, capaz de convertir ideas en realidades, con la condición de que dichas ideas se planteen en la mente como realidades.
El forastero acude a la metafísica, abandonándose a sí mismo en el espacio físico para mentalmente dar a luz a un individuo nuevo. Dicho individuo comienza como profesor de anatomía, magia y de cosmografía. El forastero también imagina estudiantes para el profesor, de los cuales uno se destaca y llega a tener una conexión con el forastero ya que menciona estar interesado en las clases del profesor y “adentrarse en la selva”. Es en esta parte del cuento en la que podemos confirmar la existencia del universo laberintico. Existe una conexión entre la imaginación del forastero con lo real, es decir, su espacio físico. Sin embargo, estas conexiones son breves ya que el forastero se concentra en darle vida al profesor imaginario.
Como en una historia de la biblia, el forastero se comportó como el creador de Adán y Eva, observando su creación pero manteniendo la lejanía, soñando todas las noches que pasaban con el palpitar del corazón de dicho Adán metafórico.
María Fernanda Valdez
ResponderEliminarEl cuento ´´Las Ruinas Circulares´´ escrito por Jorge Luis Borges fue publicado por primera vez en la revista Sur en 1940, posteriormente se lo incluyo en la colección ´´ El jardín de senderos que se bifurcan´´ la cual pasaría a formar parte de la obra ´´Ficciones´´ en 1944. Este cuento refleja los laberintos que Borges solía incluir a la hora de desarrollar la conciencia del personaje principal, además otra de las características del estilo de Borges que se ve reflejada en el cuento es el metalenguaje el cual ayuda a representar un mundo subjetivo y metafísico.
El personaje principal crea su percepción sobre el universo y la creación del ser humano. La trama del cuento gira entorno a este hombre que intenta crear a otro ser hecho a imagen y semejanza de él. A lo largo del sueño de nuestro personaje principal este ser que crea llega a volverse autónomo. Este ser es elegido y es enviado lejos de las ruinas en las que se encontraban y antes de enviar a este ser le borra su memoria de años anteriores, al mandarlo lejos el personaje principal le otorga hasta cierto punto una libertad a este ser. Podríamos decir que el personaje principal obra como autor, ya que crea al personaje y le dicta el rumbo que debe de seguir. Sin embargo, el hombre al final del cuento toma conciencia de que el también es producto de un sueño.
Como bien dije el soñador hasta cierto punto se puede convertir en una especie de autor y este le dicta un rumbo al ser que creo, a pesar de borrarle la memoria. Una de las primeras evidencias que se tiene sobre los laberintos que usa Borges se ve en el espacio y tiempo en el que se desarrolla el cuento. Según avanza la trama del cuento, el lector tiene una idea de cómo el tiempo transcurre en el espacio, el cual podrimos decir que es un especio perteneciente al antiteatro ya que se tiene muy poca información acerca de este, solo se tiene conciencia de que cuento se desarrolla en una selva. La conciencia del autor acerca del espacio y tiempo puede parecer concreta pero las acciones que adoptan los personajes hacen que estos aspectos se vuelvan confusos, complicando así el entendimiento del cuento. La segunda vez que podemos apreciar este laberinto es en como se comporta el personaje, este adopta un estado de confusión, ya que físicamente sabe quién es y cuál es su propósito, pero mentalmente no sabe realmente que es lo que quiere, por esta razón es que crea a otra persona a semejanza de él, para que este lo ayude a entender y encontrar su verdadero propósito. Por esta razón es que podemos decir que hasta cierto punto el personaje busca auto encontrarse y buscar quien realmente es y no lo que el resto cree que es.
Por último, otro aspecto que podríamos tomas como representación del laberinto es el circulo mencionado en el título. Por la forma geométrica sabemos que el circulo no tiene un principio o un fin, no tiene extremos, por lo que esta figura se la utiliza para representar ciclos. Sin embargo, dentro del cuento este circulo puede simbolizar el hecho de que el personaje solo camina sobre sus mismos pasos sin llegar a un lugar en concreto y las ruinas simbolizan todo aquello que inconscientemente quiere dejar atrás para poder entenderse a si mismo. Por esta razón es que las ruinas circulares llegan a ser una metáfora para el hecho de que el personaje le da vueltas a las mismas cosas y no logra ver más allá, no se permite probar nuevas cosas, no sale de su zona de confort y por eso no puede descifrar quien realmente es y cual es su propósito.